Cómo aumentar tu fe

Suscríbete a mi canal de Telegram para recibir mensajes personales de mí cada vez que lanzo un nuevo libro, blog, video o evento. 

__________

Como pastor, una de las preguntas que más me han hecho es: “¿Cómo puedo aumentar mi fe?”. Esto tiene sentido, ya que sin fe es imposible agradar a Dios (Heb. 11:6).

El nivel de nuestra fe muchas veces hace la diferencia entre la obediencia y la desobediencia, entre el contentamiento y la falta de contentamiento, entre la seguridad y el miedo. De esta manera, es sabio que los creyentes queramos saber cómo aumentar nuestra fe. Sin embargo, el reto es que la Biblia describe la fe como un regalo de Dios (Ef. 2:8, 2 P. 1:1, Fil. 1:29).

Así que, ¿cómo podemos hacernos crecer en algo sobre lo que no tenemos control?

La fe no es algo que puedes fabricar

Tenemos que reconocer que la fe no es algo que podamos manufacturar. Si no me crees, inténtalo. Si tú pudieras ofrecerme $1,000,000 para que me hagas creer que Jesse y Joy —cuya música canto constantemente— están detrás de mí cantando su más grande éxito, ¡Corre!, voy a querer creerlo desesperadamente. Voy a intentar cualquier cosa para hacerme creer que, de hecho, ellos están de pie detrás de mí interpretando su clásica canción.

Pero, incluso con la motivación interna del millón de dólares, yo simplemente no puedo obligarme a creerlo, no importa cuánto lo intente. La única manera en que yo lo creería sería si el mismísimo Jesse y la mismísima Joy verdaderamente estuvieran físicamente presentes, justo delante de mis ojos. Incluso en ese momento, yo no estaría causando que mi fe creciera en la presencia de Jesse y Joy, sino que una fuerza externa (es decir, Jesse y Joy) está haciendo que mi fe crezca. Tal vez este ejemplo te resulta extraño, pero es un intento de mostrarte que la respuesta corta a la pregunta ¿cómo puedo aumentar mi fe? es: “No puedes”. Sin embargo, esto no significa que no tenemos esperanza.

Aunque es cierto que la fe es un regalo de Dios que no podemos manufacturar, es igualmente cierto que hay cosas que podemos hacer para ponernos en una posición donde es más probable que crezcamos en el regalo de la fe.

La fe es algo que puedes cultivar

Me gusta comparar esto con cuidar semillas. Cuando plantas semillas en tu jardín, tú no tienes control sobre si realmente van a crecer o no. Dependes completamente de que Dios cause que tus semillas se conviertan en los vegetales que estás esperando. Pero esto no significa que no puedas hacer nada y simplemente tengas que esperar lo mejor. Hay acciones específicas que puedes controlar para hacer que sea más probable que Dios cause que tu semilla crezca, aunque estas acciones no forcen la mano de Dios para hacer que crezcan.

Primero, eliges la estación adecuada para plantarlas. Segundo, eliges la mejor tierra que pone a la semilla en el mejor ambiente para que prospere. Tercero, preparas la tierra de la mejor manera que puedes. Entonces, después de haber hecho todo lo que puedes hacer para poner las semillas en el ambiente más adecuado para su crecimiento, esperas que Dios cause que el sol brille y que la lluvia caiga. Si la semilla crece, es porque Dios eligió darle lo que necesita para crecer.

No podemos hacer que nuestra fe crezca de la misma manera en que no podemos hacer que una semilla se convierta en una planta. Pero podemos ponernos en la tierra adecuada, en el tiempo correcto, en la forma correcta, y esperar que Dios envíe el sol y la lluvia (por decirlo de alguna manera) que causarán que nuestra fe crezca.

Palabra, iglesia, oración, y sufrimiento

La Biblia nos da cuatro cosas específicas que podemos hacer para ponernos en la tierra más adecuada posible para que sea más probable que nuestra fe crezca.

Primero, nos exponemos a la Palabra de Dios. Romanos 10:17 dice: “Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo”. Entre más te expongas a la Palabra a través de la Biblia, escuchar sermones, cantar canciones, etcétera, es más probable que veas que tu fe crece.

Lo segundo que podemos hacer es involucrarnos en la comunidad cristiana. Esto se ilustra en la carta a los Hebreos, escrita a un grupo de cristianos que estaban tentados a abandonar la fe como la conocían. El autor exhorta a sus lectores a mantener firme la esperanza que profesan (Heb. 10:23). Se trata de un llamado a perseverar en la fe frente a la tentación e incluso la persecución. Inmediatamente después, el autor apunta a la reunión de la iglesia local como el medio por el cual esto puede lograrse:

“Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca”, Hebreos 10:24-25.

Si quieres que tu fe crezca, la mejor tierra para plantarte es la tierra de la iglesia local. Pero no solo esto, tiene que ser una iglesia local que provee un contexto para todo lo que se describe en el texto anterior.

Un tercer lugar al que podemos ir para buscar el crecimiento de nuestra fe es la oración. Ya que la fe es un regalo de Dios, es razonable que nos volvamos a Él cuando deseamos más de ella. Esto es lo que hizo el padre del muchacho endemoniado cuando clamó en oración: “¡Sí creo! […] ¡Ayúdame en mi poca fe!” (Mr. 9:24, NVI).

Jesús está dispuesto y es capaz de responder a nuestra oración, así como lo hizo por el padre de ese muchacho. Incluso si no percibimos una respuesta inmediata, el simple hecho de orar nos permite usar y practicar la fe que ya tenemos. Esto mismo puede ser lo que Dios use para hacer crecer nuestra fe.

Finalmente, uno de los terrenos más fértiles para ver nuestra fe crecer es el sufrimiento. El apóstol Pedro explica que a través del sufrimiento y pruebas “la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele” (1 P. 1:7, NVI).

Esto no significa que debes salir y buscar sufrir para que tu fe crezca. Significa que cuando venga el sufrimiento, no tienes que perder la esperanza. En lugar de eso, puedes ver la mano de Dios en medio del sufrimiento mientras Él lo usa para que tu fe en Él, la cual “vale mucho más que el oro”, crezca.

Conclusión

Debido a que nuestra fe es tan importante, debemos buscar que crezca. Mientras perseguimos esto, debemos ser cuidadosos y evitar el error de pensar que podemos crear fe por nosotros mismos al simplemente “creer más”. Al mismo tiempo, debemos evitar el error de meramente esperar que nuestra fe crezca sola.

En lugar de eso, debemos ponernos en la mejor posición posible para ver cómo Dios hace crecer nuestra fe a través de la Palabra de Dios, nuestra participación en la iglesia local, la oración, y a través de permitir que el sufrimiento haga en nosotros lo que Dios quiere.

¡Bendito sea el Dios que nos concede la fe para gozarnos y crecer en Él!

__________

Suscríbete a mi canal de Telegram para recibir mensajes personales de mí cada vez que lanzo un nuevo libro, blog, video o evento.