Cómo el aborto nos hace decir cosas tontas

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El título de esta publicación es controversial.

El contenido de esta publicación es igualmente controversial.

Nada de lo que pueda decir a manera de introducción puede cambiar eso. Sin embargo, es importante clarificar dos cosas antes de dar un número de ejemplos acerca de cómo el aborto nos hace decir cosas tontas.

Primero, este capítulo no es un capítulo político. No me interesan en lo absoluto las discusiones de derecha vs. izquierda y liberal vs. conservador; no encuentro mi hogar en ninguno de los dos lugares. Esto es debido a que Jesucristo no cabe en nuestras casillas políticas así como no cabía en las de los antiguos Judíos y Romanos. Jesús atraviesa cualquiera de nuestras categorías definidas por hombres y nos hace demandas que no son ni conservadoras ni liberales. Son simplemente santas.

Segundo, este capítulo no es una condenación a las mujeres que han tenido abortos, o a los hombres que han tenido parte en ellos. Tengo relaciones personales significativas y profundas con literalmente cientos de personas que han estado involucradas en abortos, y todo lo que estoy interesado en ofrecerles es amor, compasión, verdad, y mi oído presto para escuchar.

El propósito de este capítulo es simplemente mostrarnos —a todos nosotros— cómo el asunto del aborto nos lleva a decir cosas tontas.

“No puedes legislar la moralidad”.

Siempre que alguien alega por que se coloquen restricciones legales al acceso a los abortos, el primer contraargumento es, “No puedes legislar la moralidad”. Eso suena genial… excepto por el hecho de que la declaración de que “no puedes legislar la moralidad” es en sí misma una legislación de moralidad. Así como lo es toda ley en todo libro de leyes en el mundo. En toda la historia de la humanidad.

La pregunta adecuada no es, “¿Podemos legislar la moralidad?”. Solamentelegislamos moralidad. La pregunta es, “¿La moralidad de quién deberíamos legislar?”. ¿Deberíamos legislar la moralidad de aquellos que dicen que la violación está mal? ¿O la de aquellos que dicen que la violación es justificada? ¿La moralidad de aquellos que están moralmente en contra del asesinato? ¿O de los de aquellos que piensan que una sociedad debería simplemente permitir la supervivencia del más fuerte? ¿Deberíamos legislar la moralidad de aquellos que creían que estaban justificados para tener esclavos porque consideraban a los afroamericanos como ⅗de una persona? ¿O la moralidad de aquellos que creen que los afroamericanos son completamente humanos portadores de la imagen de Dios, que no pueden ser comprados o vendidos?

Es imposible crear una ley que no es la expresión de la moralidad de alguien. Así que, ya que el aborto sea legal o ilegal, lo será porque la moralidad de alguien fue o más popular o más poderosa, no porque “no puedes legislar la moralidad”.

“Personalmente, estoy en contra del aborto, pero no debería ser ilegal”.

Uno de los argumentos más populares entre los políticos es, “Estoy personalmente en contra del aborto, pero no debería ser ilegal”. El mismísimo presidente Barack Obama ha reconocido el peso moral de la pregunta del aborto, pero dice que las familias, y no el gobierno, “deben ser las que tomen esta decisión”. En la superficie, esto suena increíblemente razonable en un país que pone en tan alta estima la independencia.

Hasta que haces una pausa que te permita pensar acerca de por qué uno debería estar en contra del aborto personalmente.

Uno estaría en contra del aborto personalmente por la misma razón que Obama reconoce el peso moral de la discusión del aborto: porque pone fin a la vida de un ser humano vivo. Esta es la única razón para estar personalmente en contra del aborto. Si el feto no es un ser humano vivo, es simplemente una colección de tejido dentro del cuerpo de la mujer. Uno no podría estar más “personalmente en contra” de lo que estarían “personalmente en contra” de que una mujer fuera a que le quitaran una verruga.

Esto significa que el argumento que están haciendo en realidad es, “Personalmente, estoy en contra del aborto porque creo que pone fin a la vida de un ser humano, pero no debería ser ilegal”. ¿Escuchas lo tonto que es esto?

Imagina que un político argumente, “Estoy personalmente en contra del asesinato porque no creo que deberíamos terminar con las vidas de otros humanos, pero no es algo que yo pondría en una ley. Después de todo, es asunto de las familias decidir si ellos quieren terminar con la vida de otro humano o no. Ese no es asunto del gobierno”.

La verdad es que no tienes que imaginarlo. Ese es el argumento esencial que se hace en cada temporada de elecciones. Mientras tanto, el gobierno interviene en un sin número de asuntos familiares diariamente —como debería— porque tiene la responsabilidad de proteger a los que no pueden protegerse a sí mismos. De la misma manera en que el gobierno se involucra en la violencia doméstica, el abuso de menores, y la negligencia infantil para defender a los que no tienen defensa, deberían involucrarse en el aborto por la misma razón.

“Tú eres hombre y no puedes opinar acerca del aborto”.

Siempre que he expresado mi opinión acerca del aborto me han dicho, “Tú eres hombre, así que no puedes tener una opinión acerca del aborto”. Irónicamente, hombres me han dicho esto con la misma frecuencia que mujeres, lo que significa que por lo menos tienen una opinión acerca del aborto: que ellos no pueden tener una y yo tampoco.

Hay una frase elegante para describir lo que está mal con este argumento. Los estudiosos de argumentos le llaman a este tipo de ilógica una “falacia genética”. También hay una frase menos elegante para describir lo que está mal con este argumento. La frase es, “esa es la cosa más tonta que he escuchado”.

Todos somos culpables de la falacia genética —y de creer tonterías— cuando decidimos que algo es verdadero o falso basado en donde se origina. Esto es una falacia porque una declaración es verdadera o falsa por sus propios méritos, y no basado en la persona que la dice. Por ejemplo, la declaración, “la tierra es redonda”, sería igualmente cierta ya sea si lo dice el Papa, Adolfo Hitler, o Albert Einstein. De la misma manera, decir que la película “Glitter” de Mariah Carey es la mejor película de todos los tiempos sería igualmente falso ya sea que lo diga Mariah Carey, Roger Ebert, o mi esposa.

La declaración, “El aborto es asesinato”, es ya sea verdadera o falsa por sus propios méritos. No importa si las palabras fueron dicha por alguien con un pene o alguien con una vagina. Los argumentos no tienen genitales. Tienen validez o invalidez, verdad o falsedad. Aquellos que no están de acuerdo con la declaración de que “el aborto es asesinato” deben responder con argumentos acerca de esta declaración de verdad, no argumentos en contra de la persona que lo dijo.

“Si eres pro-vida acerca del aborto, debes de ser pro-vida acerca de la pena de muerte y la guerra”.

Está muy de moda en estos días tratar de desacreditar a aquellos que son pro-vida en el asunto del aborto al llamarles inconsistentes. “Si eres pro-vida con respecto al aborto, tienes que ser consistentemente pro-vida al estar en contra de la guerra y de la pena de muerte”.

Este argumento es poderoso porque se aferra al valor moral de la vida, lo que todos valoramos. Sin embargo, con todo y su aparente poder, es falso y tonto.

Primero, es falso y tonto porque usualmente condena a la persona que habla tanto como trata de condenar a la persona a la que se está dirigiendo. En la mayoría de los casos, el que tiene la palabra es pro-elección acerca del aborto y pro-vida acerca de los otros asuntos. El escucha podría fácilmente responder, “Bueno, si tú eres pro-vida acerca de la pena de muerte y la guerra, debes ser consistentemente pro-vida estando en contra del aborto”. Por supuesto, el escucha pro-elección correctamente estaría en desacuerdo porque intuitivamente reconocería que el aborto, la pena capital, y la guerra no son lo mismo y no requieren del mismo abordaje. Desafortunadamente, frecuentemente fallan en reconocer este hecho obvio cuando aplican este argumento a otras personas.

Segundo, es falso y tonto porque el aborto, la pena capital, y la guerra no podrían ser más diferentes. La pena capital es la muerte de un criminal procesado que fue condenado por los peores crímenes humanos y está enfrentando lo que el gobierno considera un castigo justo. La guerra es (en principio) la muerte potencial de combatientes voluntarios y armados que luchan por una causa en la que creen.

El aborto no se parece en nada a ninguno de los dos. El aborto es el asesinato de un niño que jamás ha lastimado a nadie (a diferencia de la pena capital) y a quien no se le ha dado oportunidad de opinar en el asunto ni forma de defenderse (a diferencia de la guerra). En lo personal, me opongo a la pena capital y a la guerra, pero reconozco que si esas cosas son moralmente incorrectas, noson moralmente incorrectas de la misma manera y por la misma razón que el aborto es moralmente incorrecto. Uno puede muy fácilmente apoyar la pena capital y la guerra mientras se opone moralmente al asesinato de un niño inocente.

Alguien que es pro-vida acerca del aborto no necesita ser pro-vida en otros asuntos, de la misma manera en que alguien que es pro-elección en el aborto no necesita ser pro-elección en la regulación de armas. Además, estos argumentos solo sirven para distraer de la verdadera pregunta que está en discusión: ¿Es el aborto moralmente incorrecto? La consistencia o falta de consistencia de las personas es irrelevante en la respuesta.

“El gobierno no financia los abortos”.

Cuando alguien alega por que el gobierno debe dejar de financiar a Planned Parenthood, resuena un grito colectivo de respuesta, “¡El gobierno no financia abortos!”. El argumento es el siguiente:

Premisa A: Tú no quieres que el aborto sea financiado por el gobierno federal.

Premisa B: El gobierno federal le da dinero a Planned Parenthood, pero exclusivamente para servicios distintos a los abortos.

Conclusión: Por lo tanto, no deberías tener ningún problema con que el gobierno federal financie Planned Parenthood.

Este argumento parece sólido como una roca.

A menos de que tengas incluso una mínima noción de cómo funcionan los negocios.

Cuando los negocios reciben dinero por alguna cosa, libera el resto de su dinero para que hagan otras cosas. Por ejemplo, puede ser que seas el tipo de persona que solo le da su dinero a McDonald’s a cambio de sus desayunos porque no estás dispuesto, comprensiblemente, a recomendar personalmente el resto de su menú. Sin embargo, el hecho es que entre más dinero les des por sus desayunos, más dinero liberas para que ellos puedan hacer hamburguesas, sándwiches de pescado, y otros artículos inmorales de su menú. Por supuesto, tú personalmente solo apoyas el menú de desayunos. Pero añadiendo a sus recursos financieros, les estás dando la capacidad de que continúen haciendo cosas que tú no apoyas.

De la misma manera, al apoyar cualquier aspecto de Planned Parenthood, el gobierno federal está aumentando proporcionalmente el dinero disponible para que Planned Parenthood financie y venda todos sus servicios… incluyendo los abortos. Lo que significa que el gobierno financia abortos —millones de ellos— y debe responder por ello.

“Solo 3% de los servicios de Planned Parenthood son abortos”.

A la gente le encantan las estadísticas. En ningún otro lado es más cierto que en la defensa de Planned Parenthood como organización. En cuanto una persona empiece a criticar a Planned Parenthood por como trata a los bebés, otra persona citará la defensa de que “solo 3% de los servicios de Planned Parenthood son abortos”.

Esta no es una buena idea por dos razones. Primero, porque esa estadística es engañosa, y ha sido rechazada como tal por múltiples medios de noticias. Rachael Larimore de Slate incluso la llamó “la estadística más insignificante de todas”. Segundo, porque incluso si la estadística fuera 100% cierta, solo un villano de James Bond pudiera decirla en voz alta y ser lo suficientemente tonto como para considerarla un argumento convincente.

Para ilustrar la maldad pura de usar esta estadística para defender a la organización, imagina por un momento que yo tengo la reputación de ser un tipo muy generoso (vas a tener que usar tu imaginación). Cada semana yo me reuno con 100 personas en necesidad y cada semana proveo asistencia, servicios, y recursos valiosos a 97 de esas personas. Lo hago con tanta compasión y habilidad que esas 97 personas le dicen a todo el mundo cuánto los he ayudado en sus tiempos de necesidad y cómo jamás pudieron haber sobrevivido sin mí.

¿Qué hago con las otras tres personas?

Las mato.

¿Cuál es el problema? ¡El asesinato es solo el 3% de los servicios que proveo a las personas en necesidad! El otro 97% de mis servicios son la definición misma de la compasión y el servicio comunitario. Solo pregúntale a las personas que he servido… ¡ellas te lo dirán!

Tú no me aplaudirías por mi generosidad, me meterías en prisión por mis asesinatos. Además de eso, tú estarías completamente confundido sobre por qué yo ofrecería la estadística que me condena como un argumento en mi defensa. Sin embargo, esto es exactamente lo que hacemos cuando apelamos a la estadística de que “solo 3% de los servicios de Planned Parenthood son abortos”.

“La iglesia necesita disminuir los abortos cuidando a las mujeres, a los niños, y a los pobres”.

Cuando los cristianos hacen declaraciones públicas de la necesidad del gobierno de limitar el acceso a los servicios de aborto, tanto cristianos como no cristianos les dicen que cambien su enfoque. “En lugar de concentrarse en quitar el financiamiento a Planned Parenthood y en cambiar la ley”, dicen, “la iglesia debería estar concentrada en cambiar las circunstancias que llevan al aborto”. La mejor estrategia, dicen ellos, sería que los cristianos en masse adopten, provean hogares para los huérfanos, luchen por salarios igualitarios para las mujeres, y cosas así.

A primera vista, esta respuesta podría parecer buena y cierta. La Iglesia esllamada a activamente cuidar del débil, tanto de manera espiritual como material. Por esta misma razón, hay un movimiento creciente de adopción y cuidado al huérfano entre los cristianos evangélicos. Sin embargo, esa respuesta no es buena ni cierta.

No es buena porque no hace nada más que cambiar la culpa. Aquellos que hacen este argumento están quitando la atención del problema del aborto hacia la respuesta de los cristianos al aborto. Realmente es un truco impresionante, porque pone en juicio la respuesta de los cristianos al aborto, en lugar de al aborto mismo. Pero no es un argumento impresionante. De hecho, ni siquiera es un argumento. Es un intento de escapar la discusión usando la misma estrategia que Adán y Eva utilizaron cuando fueron atrapados en su pecado (Génesis 3:10-13).

La respuesta tampoco es cierta porque implica que uno debe elegir entre dirigir su energía a ya sea el cambio político o la asistencia práctica —pero no ambas— y que la asistencia práctica es la mejor elección. Ninguna de esas suposiciones es sólida. Es el equivalente a decir, “Dejen de pedirle al gobierno que prohiba, persiga, y encierre a los asesinos. Solo sean buenas personas. Luego las personas asesinarán menos”. En caso de que pienses que es una exageración injusta (no lo es) podemos usar la ilustración contemporánea y de la vida real de la justicia racial.

Correctamente se ha dicho que los cristianos pueden hacer grandes mejoras en las relaciones de razas y justicia racial a través de la membresía en iglesias multiétnicas. Sin embargo, nadie está alegando que los cristianos deben hacer de esto su única estrategia. Esto debe ser combinado con el usar nuestra voz política para llamar al gobierno, la policía, y el sistema de justicia a que den cuentas. Además, si alguien solo persigue la justicia racial a través de las relaciones personales, la mayoría de nosotros los reprenderíamos por no luchar contra los problemas del sistema que tan profundamente afectan a aquellos con los que tienen relaciones personales.

Está bien decirle a los cristianos que pueden y deberían mejorar las condiciones que hacen que los abortos aumenten. Es otra cosa decirles que deberían hacer esto en lugar de pedirle al gobierno que haga su trabajo y proteja la vida de niños inocentes. Después de todo, nuestras condiciones sociales no asesinan bebés. Pero los gobiernos que permiten abortos sí lo hacen.

Conclusión

De nuevo, esto no está dirigido a hombres o mujeres que han estado involucrados en abortos. Está dirigido a todos nosotros. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de evaluar las condiciones de nuestra cultura… especialmente aquellas que son generalmente aceptadas como sentido común. Debemos continuamente criticar las conversaciones y las convicciones de nuestra cultura, para evitar el peligro de decir cosas que se sienten y suenan bien, en lugar de las cosas que realmente están bien.

            

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