¿La doctrina reformada impide el evangelismo?

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¨La teología reformada es impide el evangelismo y las misiones¨. 

He escuchado esta frase incontables veces. De hecho, yo mismo la dije varias veces antes de adoptar dicha teología. Este argumento común se basa en la convicción de que si una persona cree que Dios ya ha elegido a los que va a salvar, aquella persona no tiene ningún motivo para evangelizar a nadie. Como se puede ver, el aserto realmente no quiere referirse a toda la teología reformada, sino a una parte específica: las doctrinas de gracia que muchos llaman ¨el calvinismo¨. Por lo tanto, hay que preguntar: ¨¿Es cierto que las doctrinas de gracia impiden el evangelismo y las misiones?¨

En este capítulo voy a proponer que lejos de obstruir las misiones, la teología reformada (específicamente las doctrinas de gracia) en realidad impulsa el evangelismo. Lo podemos ver en la historia, la lógica y la experiencia propia. 

La historia

Es muy fácil decir que las doctrinas de la gracia impiden las misiones. Pero esto es imposible de defender a la luz de la historia. Antes que nada, se podría decir que la reforma en sí era un acto de evangelismo. Lutero, Zuinglio, Calvino y los demás publicaron sus escritos y los distribuyeron alrededor del mundo para que pudieran ser leídos por los que no habían escuchado el mensaje que predicaban en sus iglesias y comunidades. No vieron ningún conflicto entre sus creencias sobre la soberanía de Dios en la salvación y la necesidad de correr la voz por todos lados. Además de la reforma en sí, los que seguían sus enseñanzas sentían la obligación de compartirlas con los que no conocían a Cristo. Por eso, entre los misioneros más famosos de la historia se encuentran un gran número de cristianos reformados. Por ejemplo, David Brainerd (a los indígenas de los Estados Unidos), Adoniram Judson (a Birmania), David Livingstone (a África), Henry Martyn (a Persia) y William Carey (a China), quien se considera como el padre de las misiones modernas. Asimismo, Juan Calvino fundó la Academia en Ginebra y desde ahí envió misioneros a través de Francia y hasta Brasil. Si las doctrinas que llamamos ¨calvinismo¨ son un obstáculo a las misiones, incluso el hombre de quien recibieron su nombre no se dio cuenta. 

Si uno quiere decir que la teología reformada es un obstáculo a las misiones, hay que ignorar la evidencia de la historia. 

La lógica 

Además del testimonio de la historia, la lógica también atesta que lo que varias personas llaman “calvinismo” no obstruye el evangelismo. Cuando yo solía decir que los reformados no tenían ningún motivo para evangelizar, fallaba de tomar en cuenta tres cosas importantes.  

En primer lugar, los reformados evangelizan por la misma razón por la que los otros cristianos lo hacen: porque Dios lo exige. Así de fácil. Aun si nuestra teología no pudiera explicar por qué Jesús nos exigió hacerlo, no nos excusaría del hecho de que sí nos lo mandó y de que tenemos que obedecerle.

En segundo lugar, nuestra teología no tiene ningún problema para explicar por qué Jesús nos mandó evangelizar. De hecho, lo aclara. Los que creemos en las doctrinas de gracia creemos que Dios es soberano sobre todo el proceso de la salvación —desde el principio hasta el fin. Por lo tanto, no solo es soberano sobre a quiénes va a salvar, sino también sobre cómo va a salvarlos. En su soberanía, Dios ha decidido que va a salvar a sus elegidos a través de gente común y corriente predicando su evangelio.  Tal como Jesús nos enseña que, “Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió” (Juan 6:44), la Biblia también dice que, “¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?” (Romanos 10:14). En otras palabras, Dios no solo atrae a las personas a Él mismo, sino que también nos envía a predicar a quienes están siendo atraídos a Él, por Él. Para el ¨calvinista¨, entonces, el dilema de “¿qué motivo tienen los calvinistas para evangelizar?” simplemente no existe. Nuestra teología nos convence de que tenemos que evangelizar porque es el medio por el cual Dios salva a su pueblo.

En tercer lugar, los cristianos ¨reformados¨ evangelizan porque les da gozo hablar del Señor que los ama. C.S. Lewis escribió, ¨Pienso que nos deleitamos en alabar lo que disfrutamos, porque la alabanza no solo expresa, sino cumple, el disfrute.” Sigue explicando cómo somos impulsados desde adentro a compartir nuestro deleite en un autor nuevo o en una gran vista de la naturaleza con los demás, así como somos impulsados desde adentro de hablar de nuestros restaurantes y programas de televisión favoritos. Cumplimos nuestra experiencia placentera por medio de compartirla con otras personas. ¿Cuánto más debería ser en el caso del Dios del universo, quien nos amó, quien nos predestinó para ser suyos sin ningún mérito nuestro, y quien nos redimió para sí mismo al costo de su propio Hijo? Por consiguiente, aun si no tuviéramos ningún motivo teológico para evangelizar (y sí, lo tenemos), lo haríamos por nuestro motivo emocional —nos encanta hablar del Dios que nos amó.

Al examinar la suposición de que los calvinistas no tienen ningún motivo para evangelizar, se nota que tal conclusión ignora las razones lógicas para evangelizar que se pueden tener a pesar de creer que Dios ya ha elegido su pueblo. 

La experiencia personal  

De hecho, los que se identifican como ¨cristianos reformados¨ en general testifican que en lugar de impedir su compromiso con el evangelismo, el calvinismo lo ha multiplicado. Esto también ha sido mi experiencia personal. Me convertí a los 21 años pero no adopté la teología reformada hasta 7 años después, cuando por primera vez estaba convencido de que las doctrinas de gracia no fueron las doctrinas de Calvino ni de ningún otro hombre, sino las de la Biblia. Desde entonces mi pasión por las misiones y el evangelismo no ha disminuido. Ha aumentado. Es por eso que planté una iglesia en EEUU y ahora, 15 años después, escribo este artículo desde un departamento en la Ciudad de México. Mis hijos y yo dejamos todo lo que conocíamos y amábamos para vivir como misioneros en una cultura extranjera. No tuvimos que mirar fuera de nuestra teología para hacerlo. Al contrario, Dios usó toda nuestra teología (incluso las partes ¨calvinistas¨) para proveernos la razón y el deseo de hacerlo. 

Déjenme compartirles tres razones por las que la fe reformada ha impulsado el evangelismo en mi vida y puede hacer lo mismo en la tuya. 

  1. Ya no siento la presión de tratar de atraer a alguien a Dios con la belleza de mis palabras, el poder de mi discurso, o la rectitud de mi vida. En vez de esto, puedo presentar el evangelio con la confianza de que el éxito o fracaso de ello no depende de mi desempeño, sino de la gracia irresistible de Dios. Esto me ha dado el valor de presentar el evangelio a todos, hasta a los que se oponen más, porque tengo la seguridad de que su gracia irresistible puede superar incluso la resistencia del corazón más empedernido y —si no lo hace— sé que no es debido a un fracaso de mi parte. 
  2. Ya no pienso que la diferencia entre los que responden al evangelio y los que no responden a él se encuentra dentro de la persona. Solía predicar el evangelio y preguntarme por qué mis oyentes no estuvieron dispuestos a creerlo cuando tenían la misma información que yo había tenido cuando me convertí. Según la teología que creía en esa época, tuve que concluir que la diferencia entre ellos y yo fue o que yo era más sabio o más inteligente o más humilde o más bueno que ellos. Estas eran las únicas posibilidades para explicar por qué algunos respondieron y otros no al mismo mensaje. Pero la teología reformada me abrió los ojos para ver que la diferencia entre los que aceptan y los que rechazan el evangelio no es un rasgo de las personas, sino una característica de Dios. Esto es lo que Pablo escribió en Efesios 2:8-9, ”Ustedes han sido salvados por la fe, y lo han sido por gracia. Esto no vino de ustedes, sino que es un don de Dios; tampoco lo merecieron por sus obras, de manera que nadie tiene por qué sentirse orgulloso”. Estos dos simples versículos quieren decir que yo creo en Jesús y mi vecino hasta ahora no cree en Jesús no porque yo sea más sabio, inteligente, humilde, o bueno que él, sino porque he recibido algo de Dios que no merezco: la fe. 

¿Qué tiene que ver esto con el evangelismo? Todo. Primero, cuando pensé que elegí a Jesús debido a mi propia voluntad no pude evitar ver a los que no lo hacían como menos sabios, inteligentes, humildes, o buenos. Y es muy difícil evangelizar eficazmente a alguien a quien te sientes superior. Segundo, cuando les doy a los demás la misma información que me convenció y no responden en fe, me frustro con ellos. Y es casi imposible evangelizar amorosamente a alguien para con quien te queda poca paciencia. La teología reformada ha transformado mi actitud hacia los que no están dispuestos a creer en el mensaje que predico. En lugar de perder la paciencia, recuerdo que yo nunca hubiera creído si Dios no hubiera intervenido; como resultado, mi paciencia para con ellos crece. En lugar de sentirme superior le ruego a Dios que les dé la misma fe que me dio a mí a pesar de mi incredulidad obstinada. Estos cambios me hacen evangelizar más de lo que hubiera hecho antes. 

Ya no me involucro en las misiones por miedo de lo que va a pasar si no lo hago. Ahora evangelizo como fruto de una gratitud aumentada, lo que produce un evangelismo más apasionado y consistente del que tenía antes. Esto no significa que un cristiano no reformado no pueda ser igual o significativamente más motivado que un calvinista, muchos sí son así. Significa que cuando recibes una teología que te dice que Dios es aun más responsable por tu salvación de lo que pensabas previamente, y que tú eres aun menos responsable por ella de lo que pensabas, es natural que tu gratitud crezca. En muchos casos, incluyendo el mío, a medida que la gratitud se profundiza, crece la alabanza pública y el evangelismo personal.

La idea de que el calvinismo impide el evangelismo simplemente no se sostiene al considerar la historia, la lógica y la experiencia personal. Esto no quiere decir que la fe reformada sea la única que impulsa al evangelismo, sino que lo impulsa de manera tan fuerte que no se puede negar. Oro por que te impulse a ti aun más de lo que me ha impulsado a mí. 

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Para más sobre la teología y práctica de la iglesia reformada, compra mi libro “Las mentiras que me dijo mi pastor reformado: una carta de amor a la iglesia reformada”.