¿Por qué cantamos después del sermón?

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En las iglesias que he plantado, generalmente cantamos dos canciones antes del sermón y por lo menos tres canciones después del sermón. Para muchas personas, esto es extraño, ya que están acostumbrados a cantar todas las canciones antes del sermón. Esto ha ocasionado que varias veces los visitantes me pregunten por qué lo hacemos. En este artículo hago mi mejor esfuerzo para responder a esta pregunta con cinco razones por las que reservamos la mayoría de nuestras canciones de alabanza para después de la predicación de la Palabra de Dios, y por qué podrías considerar hacer lo mismo.

  1. Es Jesús, y no la música, quien media entre Dios y los hombres.

En Efesios 3:12 se nos dice que a través de Jesús y solo de Jesús es que podemos acercarnos a Dios con libertad y confianza. Los cristianos, por supuesto, afirman esto universalmente. Y esa es la razón por la que me parece un poco extraño que la tradición contemporánea evangélica toque todo el repertorio musical antes del sermón. Una de las principales razones que se dan para esto es para “llevar a la congregación a la presencia de Dios” o “traer la presencia de Dios a la iglesia”. Sin embargo, esta es una idea pagana, no cristiana. Los paganos creen que nuestras ofrendas de adoración, incluyendo la música, son lo que hace que nos acerquemos a Dios o que Dios se acerque a nosotros. Esto es contrario al testimonio bíblico de que somos capaces de acercarnos a Dios a través de Jesús, no de nuestras ofrendas musicales, ya que Él es el único “Mediador entre Dios y los hombres” (1 Tim. 2:5).

Esto no significa que las iglesias que tocan todas sus canciones al principio están ofreciendo adoración pagana. Lo que sí significa es que la razón principal que se da para hacerlo es una razón pagana, no cristiana. Si creemos que tenemos acceso perpetuo a la presencia de Dios a través de Jesús, creemos que ya estamos en la presencia de Dios cuando empieza el servicio. Así que, en este sentido, no importa qué cosa hagamos primero.

  1. La adoración es nuestra respuesta a la revelación de Dios.

La Biblia no es una enciclopedia, así que no dice una definición de adoración de una sola línea. En lugar de eso, te muestra la definición de la adoración en cada parte de su historia. Mientras sigues el hilo de la historia bíblica, encuentras que la adoración es nuestra respuesta a la revelación divina de Dios. Dios se revela a sí mismo a los israelitas a través del Éxodo, y ellos responden a su maravillosa obra con una canción de alabanza (Éxodo 15). Dios se revela a sí mismo a Job a través de una conversación, y Job responde con arrepentimiento en adoración (Job 42). Jesús se revela a sí mismo como el Señor crucificado y resucitado, y Tomás responde con la declaración en adoración, “Señor mío y Dios mío”. Podríamos seguir indefinidamente, porque este patrón está en todos lados. Sencillamente esto es lo que es la adoración: nuestra respuesta a la revelación de Dios.

Por esta razón, es una ventaja reservar la mayoría de la respuesta de adoración de la congregación hasta despuésde que hayamos escuchado la revelación de Dios a través de la Palabra predicada. Esto hace que nuestros cantos sean mucho más significativos. No estamos cantando solo porque es hora de cantar. Estamos cantando porque somos movidos por lo que Dios reveló acerca de sí mismo en el sermón, y no podemos esperar para cantar a Él y cantar acerca de Él como respuesta.

  1. Nos permite modelar la respuesta apropiada a la Palabra de Dios.

Ya que todo sermón es diferente, la respuesta apropiada a cada sermón es diferente. La respuesta apropiada para un sermón podría ser arrepentimiento humilde; para otro, podría ser celebración llena de gozo. Y la respuesta apropiada para un tercer sermón podría ser oración para pedir a Dios ayuda y poder. Dejar la mayoría de nuestras canciones hasta el final nos permite elegir intencionalmente canciones que vayan de acuerdo a la respuesta adecuada, para que juntos podamos modelar la respuesta adecuada a lo que Dios ha revelado acerca de sí mismo en ese día.

  1. Le permitimos a la congregación tener un tiempo para reflexionar.

Cada sermón es una experiencia potencialmente transformadora. Pero esto solo sucederá si te tomas el tiempo para procesar lo que has escuchado y lo apliques cuidadosamente a tu vida. Desafortunadamente, el servicio evangélico promedio no provee esa oportunidad. En cambio, casi inmediatamente después de la parte más poderosa del sermón, la congregación es despedida y tú tienes que ir a recoger a tus hijos, pasar por la mesa de visitantes, saludar a las personas a tu alrededor, o conducir hacia tu siguiente compromiso. Nunca se te da tiempo de reflexionar en la revelación de 40 minutos que Dios acaba de dar acerca de sí mismo a través del pastor. Reservar la mayoría de nuestras canciones para el final nos protege de esto y nos da al menos 15 minutos para reflexionar en lo que Dios acaba de decir antes de tener que volver a entrar en las ocupaciones de la vida.

  1. Le contamos una historia admirable tanto a los visitantes como a los miembros.

A nuestros servicios de adoración asisten personas religiosas, personas irreligiosas, y personas del evangelio. Aunque estos tres grupos de personas tienen muchas diferencias, también tienen una cosa en común: ellos necesitan lo mismo de nuestro servicio de adoración. Cada grupo necesita escuchar la historia del evangelio y su relevancia para su vida hoy. Colocar la mayoría de las canciones al final nos permite contar esa historia, no solo a través del sermón, sino a través del fluir de todo el servicio. Nos asegura que la iglesia reunida no está solo cantando, sino que también sabe qué está cantando y por qué lo está cantando.

Esto es algo que creemos que se perdería si ponemos todas nuestras canciones al principio. Nuestros asistentes no cristianos no van a saber por qué les dices “Ven, es hora de adorarle”. Nuestros asistentes religiosos no van a saber qué queremos decir con “amor” cuando cantamos “Cuánto nos ama”. Nuestras personas del evangelio podrían haber olvidado por qué es tan importante que tenemos un abogado “Ante el trono celestial”. Poner estas canciones después del sermón, en un orden estratégico, le permite a todo el mundo por lo menos entender por qué estamos cantando lo que estamos cantando porque es parte de una historia completa que se está contando esa mañana, en lugar de simplemente un montón de canciones que cantamos porque es divertido.

 

No tengo ningún problema con las iglesias que eligen ordenar sus servicios de adoración de manera diferente. En general, la Biblia nos otorga la libertad de estructurar nuestros servicios de la manera que queramos. Este es solo un modelo que te exhorto a considerar por las cinco razones mencionadas anteriormente.

               

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