¿Qué hago si soy la causa de problemas paternales?

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Introducción

Cuando lancé mi libro, Problemas Paternales: cómo Dios sana heridas causadas por padres ausentes, abusivos y distantes, anticipaba que conectaría de una forma profunda con muchos adultos que siguen viviendo con las heridas causadas por sus padres imperfectos. Pero lo que no había previsto es que muchos padres adultos leerían el libro y me preguntarían:

¿Qué hago si soy la causa de los problemas paternales en mis hijos?

Aunque la frecuencia de la pregunta me ha sorprendido, también me ha animado. Es una maravilla que los padres imperfectos (como yo) quieren saber cómo responder a los errores de su pasado. Ya que fallé en hablar de este tema en el libro, espero proveer unos breves consejos útiles en esta publicación. Si eres un padre que ha contribuido a los problemas paternales de tus hijos, te comparto cuatro maneras en las que puedes responder.

  1. Confiesa tu pecado

Debemos recordar que vivimos en una naturaleza caída y esto nos incluye a nosotros los padres. Como tal, todos hemos fallado, hasta cierto grado, en reflejar la imagen de nuestro Padre Bueno y Perfecto, Dios. Esto significa que muchos de nuestros errores no son meros “errores”, sino pecados. Y como ocurre con cualquier otro pecado, el camino hacia la restauración empieza con la confesión. Mientras reflexionas sobre tus pecados y la manera en cómo afectaron a tus hijos, admite estos pecados y sus consecuencias delante de Dios. No debes temer tal honestidad dolorosa, ya que el Dios que es fiel y justo promete perdonarte y limpiarte de toda tu maldad (1 Juan 1:9). Después de confesarle a Dios tus pecados y recibir el perdón por medio de la fe en Jesucristo, debes también hacer todo lo que puedas para confesar tus pecados y sus consecuencias a tus hijos y buscar el perdón de ellos. Si están dispuestos a perdonarte o no, la Biblia nos promete que confesar nuestros pecados los unos a los otros es un medio que Dios usa para nuestra sanidad (Santiago 5:16). Puede que Dios elija usar tu confesión para sanarte a ti, a tus hijos y/o su relación con ellos. 

  1. Confía en Dios para que sea padre de tus hijos

Tal vez has leído Problemas Paternales y ahora puedes ver las heridas de conducta, emociones y relaciones específicas que tus hijos llevan como resultado de tu crianza (o falta de ella). Mientras piensas en el dolor o los patrones destructivos a los que has contribuido, a lo mejor estás tentado a la desesperación debido a que las heridas que causaste parecen estar fuera del alcance de la sanidad.

Pero no lo están.

Aunque pueda ser cierto que les fallaste a tus hijos, también es cierto que Dios nunca va a fallarles. Él promete ser “Padre de los huérfanos” (Salmo 68:5). Por esta razón, David escribió, “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos” (Salmos 27:10).  Como resultado, en vez de vivir con el remordimiento de tus fracasos como padre, estás libre para vivir en la gratitud del conocimiento de que Dios es y siempre será un Padre perfecto para tus hijos en lugar tuyo.

  1. Recuerda que el sufrimiento es redimible

Los problemas paternales son el resultado y la causa de mucho sufrimiento. Dado a tus imperfecciones, tus hijos han estado sufriendo desde su niñez y, por lo tanto, es probable que sufras a causa de la culpa, la vergüenza y el arrepentimiento por haberles fallado. Este sufrimiento no es cómodo, ni para ti ni para ellos. Sin embargo, esto no significa que dicho sufrimiento no pueda ser útil en las manos de tu Dios amoroso y todopoderoso. De hecho, las Escrituras testifican que Dios usa tal sufrimiento para lograr cosas maravillosas en nosotros y para nosotros.

Dios usa el sufrimiento para purificar nuestra fe (1 Pedro 1:6-7), para prepararnos para la eternidad (2 Corintios 4:17), para producir en nosotros perseverancia, entereza de carácter y esperanza (Romanos 5:3-5) y para permitirnos experimentar el consuelo de Dios en medio de nuestro dolor (2 Corintios 1:3-4).

En resumen, los sufrimientos que están relacionados a los problemas paternales son horrorosos. Pero éstos no tienen que destruir al pueblo de Dios. De hecho, Dios nos promete que destruirá tales sufrimientos de parte de Su pueblo cuando Jesús regrese. En ese día, “Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá… llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir”(Apocalipsis 21:4, NVI).

  1. Comparte tu historia

Ya es demasiado tarde para que deshagas los errores de tu pasado. Y, dependiendo de tu situación, a lo mejor ya es demasiado tarde para reconciliarte con tus hijos. Aun así, todavía te queda tiempo para proteger a los demás de causar o experimentar el mismo daño. Tienes la oportunidad de compartir tu historia con otros padres y potenciales padres ayudándoles a que no comentan tus propios errores. Asimismo puedes compartir tu historia con padres en tu misma situación, con el fin de enseñarles los cuatro pasos mencionados en este artículo y ser edificados mutuamente.  

En 2 Corintios 1:3-4 Pablo escribió, “Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren” (NVI).

No malgastes tu sufrimiento.

No malgastes tus errores.

Redímelos al compartir tu historia con los que necesitan escucharla.

Conclusión

Si eres uno de los que ha causado problemas paternales en otros, ni hundirte en tu culpa ni culpar a alguien más te ayudará de ninguna manera. Pero confesar tu pecado, confiar en Dios para que sea Padre de tus hijos, recordar que el sufrimiento es redimible y compartir tu historia sí lo hará.

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