Un Mensaje Para Los Creativos de la Iglesia

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La historia tiene dos lados.

Aunque mucho de lo que has escuchado de los problemas de la Iglesia es cierto, los creativos también tienen su propios problemas.

Pero antes de que abra esta puerta, quiero enfatizar que todo lo que comparto en esta publicación se escribe con mucha humildad…principalmente porque me superan en número y me intimidan. Pero también porque los amo y sé que si son como yo, y cada otro ser humano, eres muy bueno para reconocer los errores de los demás, pero no tan bueno para ver los tuyos.

Así que déjenme ayudar. Si eres un creativo, estos pueden ser algunos de tus problemas.  

Primero, tienes que dejar de ir a la iglesia como un creativo y ir como un portador de la imagen de Dios. 

Por mucho que nuestra cultura quiere ponerte la etiqueta “creativo”, tienes que resistirla. ¿Creas? Absolutamente. ¿Tienes dones? Sin duda. ¿Pero esto define quién eres? Claro que no. Quién eres es una criatura, hecha a la imagen de Dios, formada por y para Cristo.

No creas porque eres un creativo; lo haces porque Dios el Creador te hizo a su imagen. Todo el trabajo creativo que haces es solo uno de muchos aspectos de cómo esta identidad se refleja en lo que haces. Y esto es lo importante: ni siquiera es la manera principal en la cual tu identidad como portador de la imagen de Dios se revela. Es una parte pequeñísima de cómo reflejas la imagen de Dios al mundo.

Lamentablemente, tienes la tendencia de verlo al revés. Quieres hacer que este aspecto tan chiquito de lo que es reflejar la imagen de Dios a través de tu creatividad sea el centro de tu identidad. Cuando hace esto terminas dependiendo de la gente –de la Iglesia– para validar y servir tu identidad como creativo. Y cuando nosotros fallamos en hacerlo te sientes pasado por alto, devaluado o, aun peor, piensas que la Iglesia es irrelevante porque no sirve tus intereses, gustos o pasiones creativas.

Estás perdiendo el propósito de la Iglesia.

Lo que más necesitas no es una iglesia que sabe discipularte o hablarte como creativo. Lo que más necesitas es una iglesia que sabe discipularte y hablarte como un portador de la imagen de Dios y un pecador que necesita gracia. Esto es quien realmente eres. Como uno hecho a la imagen de Dios, necesitas el mismo discipulado que toda persona no creativa también precisa. Te hace falta una comunidad de cristianos que te ayuden a ser quien Dios te hizo para ser: uno que refleja el amor, paciencia, perdón, gracia, misericordia, sabiduría, verdad, trabajo, pureza, fidelidad, humildad, servicio y rectitud de su Creador divino.

Deja de ir a la iglesia como creativo, porque no es quien eres. Empieza a ir a la iglesia como un portador de su imagen, porque es a partir de esta identidad que todo lo demás fluye, incluyendo tu creatividad.

Segundo, tienes que reconocer que tienes muchos dones, y todos existen por el mismo propósito: para servir a Dios y a los demás. 

Otro problema potencial de identificarte como creativo es que cometes el error de pensar que tu creatividad es lo más importante que puedes ofrecer a la Iglesia. Y si tu iglesia no te provee oportunidades para usar tu creatividad, te sientes aislado o no valorado. Al mismo tiempo, cuando una iglesia acepta la idea de que tu creatividad es lo más importante que tienes para ofrecerle, te sientes explotado.

El secreto para evitar estos dos peligros es rechazar la idea de que tu creatividad es la cosa más valiosa que tienes para ofrecer la Iglesia. Dios te ha dado muchos dones y todos son igualmente valiosos porque todos vienen de la misma fuente (el Espíritu Santo) y todos se han dado por el mismo propósito (para servir a Dios y a otros). Puede ser que lo más importante que puedes ofrecer a la iglesia sea tu ánimo, tu sabiduría, tu presencia, tu liderazgo, tu generosidad, tu misericordia, o cualquier combinación de cosas que Dios te ha regalado.

Reconoce que tienes muchos dones, pero también date cuenta de que cada uno de ellos existe por un solo propósito: para servir a Dios y a los demás.

Bueno, sé que lo sabes. Pero también sé que estás tentado a usar tus dones creativos para algo más que servicio a Dios y a los demás. Seamos honestos: en nuestra cultura, tus dones creativos son atractivos. Lo que significa que aun cuando usas tus dones para señalar a Jesús, la gente es igualmente propensa a estar asombrado de ti que de Dios. Por ende, a pesar de que te convenzas de que usas tus dones para servir a Dios y a otros, es muy fácil estar sirviendo a ti mismo en realidad, sin siquiera darte cuenta. Requiere un corazón muy especial para poder recibir la atención y influencia que la creatividad te da y simultáneamente mantener motivos verdaderamente centrados en Dios y en otros.

Muchos de nosotros todavía no tenemos ese corazón. Y es justamente por esto que necesitas el evangelio y a una iglesia que te lo prédica constantemente.

Tercero, la iglesia no es tu galería de arte.  

He conocido a tantos creativos que esperan que la Iglesia les proveya una plataforma para su creatividad. Pero, como ya vimos, tú tienes muchos dones. Y puede ser que tus dones creativos no son lo que la Iglesia más necesita de ti.  Si es así, tal vez estés frustrado que no puedes hacer lo que más te gusta hacer para la comunidad que más amas servir.  Pero esto solo es un problema si ya has caído en la trampa de identificarte principalmente como un creativo en lugar de como un portador de la imagen de Dios. La realidad es que la mayoría de la gente no puede llevar su trabajo a la iglesia o promover su trabajo en la iglesia. Pero todos, incluyéndote a ti, pueden servirla.

Una segunda manera de la cual los creativos tratan la iglesia como si fuera su galería de arte es al ver y juzgar absolutamente todo  a través de sus lentes artísticos. Haciendo esto, casi siempre terminan decepcionados.

Quizá lo has sentido en tu propio corazón. Críticas las canciones que cantan por ser demasiado simples en su música o su melodía. Te quejas de las letras por ser demasiado básicas. Desprecias las instalaciones en las cuales se reúnen por su estética o por su falta de ella. Quieres vomitar cuando ves el boletín o el sitio web de la iglesia. Hasta las predicas del pastor se te hacen demasiado analiticas para tus gustos.

No sigo que no estaría de acuerdo con tu opinión con respecto a los méritos artísticos. Digo que el hecho de que estemos midiendo estas cosas por sus méritos artísticos es un problema en sí.

La razón por la cual es un problema es porque debajo de todas estas frustraciones es una idea equivocada de lo que es la Iglesia y para qué existe. La Iglesia no es una galería de arte y su propósito no es exponer la creatividad humana. La Iglesia es una familia de discípulos y su propósito es exponer la creatividad de Dios mientras él transforma a su pueblo a su imagen.

Dios, y no tú, es la fuerza creativa en la iglesia y tú eres su hechura.

Cuando lees las descripciones de las reuniones de la Iglesia en el Nuevo Testamento, es claro que lo que Dios quiere lograr es la edificación de su cuerpo. Y, para que nuestros dones edifican a todos, tienen que ser comprensibles para todos. Por lo tanto, esa canción sencilla que odias en realidad puede darle más gloria a Dios que la canción que amas por su calidades artísticas, simplemente porque puede ser entendida por todos y, como resultado, edificar a todos.

No digo que no te debería importar la calidad de tu trabajo artístico, sino que esto no es lo más importante. En la Iglesia, lo más importante es servir a Dios y a su pueblo. A veces esto implica dejar a un lado tu integridad artística para no dejar a un lado la integridad de la obra del evangelio.

La iglesia no existe para ti, sino para Cristo. Y él ha comprobado una y otra vez que ama usar lo cosas feas para sus propósitos gloriosos. Y lo bonito de esto es que cuando Jesús se glorifica y construye su Iglesia a través de cosas feas, no hay ninguna confusión acerca de quién hizo el trabajo ni ninguna discusión acerca de quién merece la gloria.

Conclusión

Creativos: tienen razón con respecto a la Iglesia, y es por esto que ella te necesita.

Pero muchas veces te equivocas con respecto a tu mismo, y es por esto que tú necesitas a la Iglesia.

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