Una Entrevista Acerca de la Predicación

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Hace un tiempo, Josué Barrios me entrevistó acerca de la predicación. Aquí les comparto la conversación.

¿Cómo luce su preparación para el sermón dominical?

Me gusta terminar el sermón con mucha anticipación porque me permite predicármelo a mi mismo durante el resto de la semana y subir al púlpito el domingo no solo como alguien con información que compartir, sino como alguien que ya ha sido enfrentado, corregido, animado y confortado por el mismo contenido. Por eso, prefiero estudiar el libro que voy a predicar meses antes de que lo prediqué y empezar a preparar el sermón de cada semana justo después de predicar el sermón anterior. Cuando me siento para preparar, empiezo con la Biblia y una hoja limpia. Leo el pasaje una y otra vez buscando la estructura que el autor puso ahí y, una vez que la encuentre, el punto principal del texto. De ahí empiezo el proceso de traducir el punto principal del texto al punto principal del sermón al contestar las preguntas: ¿por qué importa a mi congregación?, y ¿cómo Dios quiere que mi congregación responda a este pasaje? Al contestar estas preguntas, tengo el punto principal del sermón y empiezo a bosquejarlo con una introducción, 2-4 puntos secundarios, una conclusión, mientras pienso en ilustraciones, aplicaciones, y cómo revela a Cristo y su evangelio. Trato de evitar leer comentarios hasta que tengo mi primer borrador y, cuando los leo, solo los leo para confirmar que no estoy abusando el texto. No los uso para sacar datos para el sermón, porque el texto de la Biblia en sí tiene los datos que la congregación más necesita escuchar. 

¿Cómo escoge el pasaje o el tema que abordará en su sermón?

Cuando era pastor principal mi estrategia era repetir el siguiente ciclo durante todo el año: un libro del Nuevo Testamento, una serie temática, un libro del Antiguo Testamento, una serie temática. Esta estrategia garantizó que la congregación aprendió a ver a Jesús en los dos testamentos, interpretar los diversos géneros de la Biblia, y aplicar la Biblia a los retos y las preguntas actuales. Además, hizo que mi trabajo fuera mucho más fácil, ya que limitó mis opciones cada vez que me tocaba elegir un libro y me dió la oportunidad de asegurarme de que podría abordar temas actuales en la congregación cuando se hacía falta (por ejemplo, una serie sobre el matrimonio o la soltería, la división en la iglesia o el perdón, la justicia o la política etc…). 

¿Alguna diferencia con la preparación para charlas o invitaciones fuera de su congregación?

Sí, siempre les pido a los que me invitan que me den o un tema o un pasaje que conforme a las necesidades de su congregación. Cuando no me dan uno, me gusta enviarles una lista de 5 sermones míos para que puedan elegir lo que sea el más relevante. Obviamente, toda la Biblia es relevante para toda iglesia, pero en general los pastores tienen una perspectiva muy informada en cuanto a lo que más le hace falta a su iglesia. 

¿Quién le ha influenciado más en su forma de predicar?

Tengo dos influencias principales: una de estilo y una de contenido. Me convertí en una iglesia pentecostal afroamericana, en la que me quedé por los primeros tres años de mi vida cristiana. Mientras estaba ahí, escuché muchos predicadores del mismo estilo. Estos predicadores me mostraron que la Biblia está viva y que debería tocar y provocar nuestras emociones. Mi estilo de predicar refleja esta convicción. En cuanto al contenido, mi influencia principal es Pastor Timothy Keller de Nueva York, de cuyas predicaciones aprendí a predicar el evangelio, a partir de cualquier texto, tanto a los cristianos como los no cristianos.  

¿Dónde aprendió su método para preparación de sermones?

Mucha, pero mucha práctica. 

¿Cuáles considera que fueron sus errores en la preparación de sermones al comienzo de su ministerio y qué ha aprendido de ellos?

Mi error principal fue que me importó que pensó el público. Tanto como quería que Dios les hablaran, quería que me luciera bien. Gracias a Dios, con tiempo me quitó este deseo pecaminoso. Otros errores incluyeron los siguientes: pensar en la predicación como una transferencia de información en lugar de un acto colectivo de adoración, llenar el sermón con datos históricos que me interesaron en lugar de permitir que el texto hablara por sí mismo, criticar a otros cristianos y a otras perspectivas teológicas sin necesidad ni humildad, imitar al “predicador ejemplar” en lugar de ser mí mismo y lucir mi propia personalidad. 

¿Más o menos cuánto tiempo toma preparar un sermón?

Si estoy preparando un sermón en inglés, toma como unas 4 horas. Si lo estoy preparando en mi segundo idioma (el español), me toma como 8. Sin embargo, cabe mencionar que cuando me siento para preparar el sermón ya he leído el libro y/o el texto varías veces. 

¿Utiliza manuscritos, bosquejos, una mezcla de ambos?

En inglés uso una hoja de tamaño regular con 20 mini postits pegados en una orden específica (ilustración, introducción del punto principal, aplicación general, etc…). En cada postit escribo una palabra o una frase para recordarme de la estructura del sermón y que quiero decir en cada sección. En español utilizo manuscrito, ya que no tengo la confianza de generar las palabras apropiadas en el momento de predicar.  

¿Usa un iPad o imprime sus sermones? ¿Por qué?

Si estoy utilizando un manuscrito uso un iPad porque distrae menos que hojear cada 8 minutos. 

¿Alguna recomendación para nuevos predicadores?

Enfóquense en un solo punto y un solo texto (sin depender de referencias para que el pasaje que tienes puede hablar por sí mismo). No traten de llevar al púlpito todos los datos que te interesan, lleven un punto bastante claro y reforzarlo con aplicaciones y ilustraciones, siempre recordando a conectarlo con la persona y la obra de Cristo. 

¿Cómo describiría la importancia de la oración y el Espíritu Santo en la preparación y entrega de sermones?

Sin la oración y el Espíritu Santo no me atrevería a predicar. Dependo de ellos en cada paso del proceso. Primero, pido que el Espíritu Santo ilumina el texto para que lo pueda interpretar adecuadamente. Después de interpretar el pasaje, respondo a lo que me revela con oraciones de agradecimiento, arrepentimiento, regocijo, y adoración. Mientras escribo el sermón oro por que el Espíritu Santo me ayude a aplicar su Palabra a mi congregación y a encontrar la estructura y palabras correctas para hacerlo. Al terminar el proceso de preparación, paso el resto de la semana pidiendo que el Espíritu Santo prepare los corazones de todos que van a escuchar el mensaje y que haga su trabajo en mí con el sermón mucho antes de que me atreva a predicárselo a alguien más.  

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